Tomar decisiones (1ª parte)

La vida es el resultado de las decisiones que tomamos….

Decidir o no decidir

Ahí está el dilema….

Pero mi querido lector, mi adorada lectora, siento ser portadora de malas noticias anunciándote que SIEMPRE hay que decidir.

Si, así es. Nos pasamos la vida tomando decisiones. A corto, a medio y/o a largo plazo.

Por ejemplo:

  • Nos pasamos la vida decidiendo que “comemos hoy”.. y no es lo mismo elegir alubias a la bañezana, que ensalada César, ¿a qué no?. Esas son nuestras decisiones a corto espacio de tiempo.
  • A medio plazo podríamos ver el ejemplo en los estudiantes que han de elegir asignaturas que en un período de tiempo les encaminen hacia una u otra carrera, o materia a estudiar.
  • Y a largo plazo nos encontramos con las decisiones más “drásticas” por así decirlo como comprar una vivienda aquí o en León, tener o no tener hijos…

Así se ve claramente que nuestra vida es el resultado de las decisiones que tomamos aunque la propia decisión sea no decidir nada.

A muchos de nosotros el tener que decidir nos causa ansiedad. Hay personas que incluso sufren crónicamente porque no aprendieron o no le dieron la oportunidad de aprender a decidir por sí mismos. Esa sobreprotección que se ejerce sobre los infantes, o ese error cometido que se repite en nuestra mente una y otra vez, nos impide ser libres para tomar decisiones más rápidamente.

Nadie tiene la certeza de que va a suceder si elige una u otra opción, pero lo que sí está claro es que en el “aquí y ahora” la decisión que elijamos será siempre LA CORRECTA. Seríamos muy tontos si no escogiésemos la mejor opción de las que tenemos delante. O por lo menos la que mejor se ajusta a lo que necesitamos solventar para crear el futuro que esperamos… Otra cosa es que esa decisión correctísima, y correctamente tomada nos lleve donde imaginamos nos va a llevar. No se vale que una vez llegado al futuro, y estando en otra tesitura diferente a la que esperábamos/deseábamos volvamos la vista atrás y nos flagelemos por la decisión tomada y nos culpabilicemos de no haber elegido otra opción. ¡No, no se vale ya quejarse y mucho menos estancarse y no salir del bucle de una historia que no tiene más versiones que la presente!

Porque mi querido lector, mi adorada lectora, la vida solo camina en un sentido, no hay vuelta para atrás, y por supuesto que cada elección que hacemos es siempre para nuestro propio beneficio y de ahí en adelante, salga lo que salga, tendremos que seguir construyendo nuestro futuro.

El próximo día te dejaré aquí unos consejillos para que la toma de decisiones sea “menos dura”.

Publicado en Adelanto Bañezano

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