Psicología y Párkinson

De cerca me toca el hablar de Párkinson ya que en mi entorno hay personas que padecen esta enfermedad. Llevan años combatiendo síntomas, trabajando estrategias para mejorar, debatiéndose entre meterse bajo la manta y no salir nunca más o seguir intentando día a día vivir esta vida que «les ha caído en suerte».

Lo que me resulta muy curioso querido/a lector/a es que parece que hay mucha gente afectada que no quiere reconocer, ya no digo en público, si no mismamente en privado que están afectados/as por esta enfermedad….

El primer paso para superar una enfermedad, un trauma, un problema es «reconocerlo». Eso lo sabemos todos y todas. Pero, ¿por qué no lo aplicamos, o más bien, por qué sólo lo aplicamos cuando creemos que nos conviene, o nos sirve?

En la enfermedad de Parkinson reconocer el problema, y vivir el día a día adaptándose a los cambios, aceptando dicha evolución y aferrándose con fuerza a la mejoría o mantenimiento de los síntomas nos puede hacer llevar una vida más «sana», sobre todo a nivel mental. En dicha enfermedad la aceptación de lo que me está pasando es lo principal y primordial, ya que es una enfermedad que en principio no es invalidante para poder seguir ejecutando una vida normal, más o menos limitada, pero en la cual con la medicación y el apoyo psicológico tanto a la persona enferma como a las personas que le rodean puede conseguir que no existan barreras mucho mas allá de las que nosotros/as mismos/as pensemos que son infranqueables.

Los principales problemas emocionales son la depresión, la ansiedad, la afectividad sexual, y el afrontamiento del día a día. Hay parte de responsabilidad de estas patologías en la farmacología que el/la paciente ingiere para la mejora de su enfermedad, pero hay también un gran componente psicológico que infringe en estos aspectos más presión o menos dependiendo de cómo la persona admita ayuda psicológica y ponga de su parte para mejorar dichos aspectos.

Una de los principales herramientas es la de vivir el aquí y ahora, en vez de centrar su atención en «cómo era su vida antes de la enfermedad» o en «cómo será en el futuro».

Observar cuáles son los momentos del día en los que se encuentra mejor, y concéntrese en las cosas que van bien.

Manténgase lo más activo posible (física y mentalmente), teniendo en cuenta sus dificultades, aprovechando los momentos «buenos» (en fase on).

Practique ejercicios de relajación y respiración. Pueden ser especialmente útiles en los momentos «malos» (en fase off).

Evite el aislamiento y busque apoyo social. Realice actividades con otras personas y comparta sus experiencias y sentimientos.

Aprenda de la experiencia. Aunque parezca difícil de creer, la enfermedad de Parkinson también puede hacerle descubrir cosas positivas (de usted mismo, de las personas que le rodean, …).

Prevenga el estrés siguiendo un estilo de vida saludable: mantenga una dieta adecuada, descanse lo suficiente, realice ejercicio físico regular y no abuse de substancias tóxicas (tabaco, alcohol, café, …).

Acepte la ayuda emocional que le puedan proporcionar sus familiares, amigos o profesionales.

Comuníquese con su médico: pregúntele sus dudas, explíquele cómo se siente y qué le preocupa. Siga las recomendaciones médicas y evite automedicarse.

Contacte con asociaciones de enfermos de Parkinson.

Y a ti cuidador o cuidadora de la persona afectada por la enfermedad de Párkinson:

¡CUÍDATE! porque sin ti no pueden avanzar.

Publicado en Adelanto Bañezano

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